En el año 490 a. de C., los atenienses eligieron a Filípides,
un mensajero griego conocido como hemerodromoi (hombre que corre todo el día)
para que entregará un mensaje a Esparta y regresara a Maratón con la respuesta
y en menos de una semana recorrió unos 400 km aproximadamente. Días después Filípides
fue enviado de Maratón a Atenas para anunciar la victoria, ya que los
atenienses iban a quemar la ciudad si la derrota parecía inminente. Corrió el
trayecto de 40 km y se desplomo tras pronunciar la inesperada pero ahora
célebre palabra: nenikhkamen o nike, que significa . Atenas
viviría, pero el exhausto (y tal vez herido) mensajero murió.
En la preindustrial Inglaterra se enviaban lacayos, que corrían
delante de carruajes remolcados por caballos, para alertar del peligro a sus
amos. Hasta la fecha, los indios tarahumaras, una tribu casi aislada que vive
en las profundidades de las Barrancas del Cobre, en Chihuahua, México deben
recorrer distancias enormes entre la sierra usando como medio de transporte sus
propios pies, el ejercicio que realizan les proporciona una resistencia que
desearía cualquier maratonista de élite.
Correr como deporte ha prevalecido durante siglos; desde las
pruebas informales de ego y voluntad, las competencias de pista en la escuela,
hasta los juegos olímpicos, pero sólo recientemente la gente de todas las
condiciones sociales ha salido en masa a las calles.
Cada vez el nivel de las carreras es más alto en cuanto a
aspectos organizativos, ingresos económicos, nivel de participación, sin
embargo me parece que de momento va por encima el crecimiento del número de
carreras frente al número de runners, quienes buscan competir o compartir la
experiencia con otros; viajar para
correr por el mundo, recuperar la salud, la condición física y delgadez que
alguna vez fue algo natural en nuestros antepasados, con una vida activa
físicamente recorriendo grandes distancias para recolectar raíces, nueces y
granos o cazar y que en la actualidad predomina una economía en gran parte
sedentaria.
Parece que se ha despertado un nuevo ánimo. Quizá, cuando nuestra
sociedad alcanza un alto nivel de eficacia industrial y tecnológica, las
personas que durante mucho tiempo han menospreciado su naturaleza física,
reaccionan y empiezan a buscar maneras de restablecer la armonía entre el
cuerpo, la mente y el espíritu.
¡Correr es de locos, pero nos hace libres!
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