Despertamos una inesperada algarabía
entre los turistas que disfrutaban de la majestuosidad de ese lugar, una
motivación extra para nosotros. Preguntaban por nuestro objetivo, de dónde
veníamos y hasta algunas fotografías nos pidieron como recuerdo de ese instante.
No era Hollywood, era la vida real.
Finalmente, partimos José Gregorio
Torrealba (51 años), el Guía Abimael Martínez (45 años) y mi persona Dawson
Ruiz (32 años) una mezcla de experiencia, juventud, pasión por la aventura y
una irreverencia indescriptible.
Nuestro primer destino era el pico
Bolívar, así que recorrimos la llamada Cloaca, camino hacia el Campamento
Albornoz. En una hora llegamos sin mayores contratiempos, armamos nuestras
carpas y preparamos los morrales de ataques. Justo a la 1:15 pm emprendimos el
ascenso hacia la cima de Venezuela. Algunos montanistas que estaban en Albornoz
criticaron la hora de partida, para ellos era muy tarde, para nosotros era el
momento perfecto y el plan era gritar cumbre en 3 horas máximo.
La primera vez, que corone el Bolívar
fue por un deseo de niño. Esta vez sería un desafío donde la aventura radicaba
en minimizar el uso de cuerdas y escalar (a mano limpia) el empedrado camino
hacia la cumbre.
Abimael marcaba el ritmo y el camino
a seguir en una ruta imponente, subiendo
por una pendiente suave y de poca dificultad, en el costado izquierdo de la Laguna Timoncitos.
Paso a paso fuimos conquistando metros de desnivel. José en un momento se rezago por un tramo donde la escalada era insegura, pero rápidamente Abimael le brindo seguridad con las cuerdas y el arne. Eso sí, tuvo que subir por sus propios medios, hasta alcanzar una zona de abundantes restos rocosos conocidos con el nombre de "Las Escaleras".
Paso a paso fuimos conquistando metros de desnivel. José en un momento se rezago por un tramo donde la escalada era insegura, pero rápidamente Abimael le brindo seguridad con las cuerdas y el arne. Eso sí, tuvo que subir por sus propios medios, hasta alcanzar una zona de abundantes restos rocosos conocidos con el nombre de "Las Escaleras".
Nos reagrupamos y continuamos el
camino hacia la exigente Roca Táchira, allí se vivió un intrínseco déjà vu, en
ese lugar Abimael sufrió una caída libre accidental de 120 metros y José fue su
rescatista principal acompañándolo por más de 12 horas en un inclemente frío.
La muerte no logro batir a nuestro guía en esa oportunidad y en esta ocasión el
sobreviviente no mostró temor alguno ante la adversa roca.
Después de escalarla al estilo Misión
Imposible, Abimael decidió asegurarnos con la cuerda y así nosotros
conquistarla sin miedo alguno.
Continuamos trepando otros 45 metros
que nos llevarían hasta el lugar conocido como la ventana, desde donde
disfrutamos el merecido premio a nuestro esfuerzo con una
espectacular vista de Mérida, el Valle y toda la Cordillera del Norte, aunque
aun unos 60 metros de escalada nos separan de la cumbre, 20 de travesía hacia
la derecha y 40 aproximados de escalada por una gran chimenea rocosa, que
desemboca directamente a la cima... este es el punto más alto de Venezuela, en
cuanto a la altura, algunos dicen que el Bolívar, con las nuevas mediciones
satelitales, ya no mide 5.007... para nosotros, los que emocionalmente estamos
ligados a esta montaña, creo que es lo menos importante, el Bolívar cada día, a
pesar de todos los cambios en su aspecto geofísicos, sigue y seguirá
manteniendo su encanto, el de ser el señor de las montanas venezolanas.
Allí estaba, otra vez, el busto del
Padre de la Patria quien nos dio la bienvenida justo a las 4:15 pm, tal cual,
la estrategia planteada, y a la vez también nuestra despedida después de
gritar eufóricamente CUMBRE.
José tuvo el privilegio, era el
debutante, lloró y agradeció con su original pancarta el vivir ese momento inolvidable.
Seguidamente Abimael se deleito de su nueva conquista y finalmente yo goce de
estar nuevamente allí en un lugar tan mágico, que tienes que conquistarlo para
poder comprender de qué hablo.
El descenso generalmente se realiza por
la misma vía que utilizamos en el ascenso. Pero, la aventura para nosotros no había
terminado. Abimael con su vasta experiencia en la montaña, tenía preparado un
descenso diferente para nosotros. A las 5 de la tarde iniciamos un rappel de 60
metros desde la gran cúspide hasta el sector Diamante. Evidentemente el rapel
más alto de Venezuela. Vaya que sí logró hacer que esta conquista del Bolívar
se impregne en nuestra memoria para siempre. José por tener más experiencia
(Scout) bajó primero y bueno, luego me toco vivir un descenso sin igual.
Llegamos al sector diamante, donde
tuvimos que esperar un largo rato a nuestro guía, ya que el sí tuvo que
descender por el mismo camino del descenso. Comenzaba a oscurecer y el frío se
juntaba con el hambre, no lo niego el estar sin moverme por mucho tiempo causó
una sensación desagradable de hipotermia leve, el cuerpo temblaba
involuntariamente, pero sin entrar en pánico, sabía que al moverme
podía generar el calor necesario para mantenerme concentrado.
El descenso en su mayoría fue en
rappel, es muy importante al bajar, tener cuidado con el desprendimiento de rocas
sueltas, especialmente si hay personas en el trayecto y lo digo con propiedad,
una piedra impacto en mi tibia y otra en la rodilla de José. Vaya que dolor!.
Fue muy exigente el descender en esas condiciones, y cuando soltamos las
cuerdas que tocamos plano horizontal, a correr se ha dicho por un camino
escabroso, oscuro y friolento. Finalmente llegamos al campamento base
aproximadamente pasada las 9 de la noche. El mayor anhelo: comer,
dormir y seguir soñando.
Al día siguiente continuaría la
aventura…
Gracias Abimael, Gracias José
Una cumbre, una hermandad y una nueva amistad
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